jueves, 27 de enero de 2011

OLOR A LLUVIA


Olor a lluvia
1
Siempre te ha gustado el olor de la tierra después de la lluvia. Te trae a la memoria una sensación de tranquilidad que se respira profundo, acompasadamente. Es un olor que no sabes describir todavía.
Una lluvia veraniega moja las calles de la ciudad de México a la hora de comer…
—¿Puedo salir a jugar?
—…
—Sí mamá, no sé a que hora.
—…
—¡Ay! ¿a las nueve ma`? ¡No, más tarde, ándale!
—…
—Pero ya hice lo de la escuela!
—…
—Bueno está bien.
—…
—¿Sueter? Pero si no hace frío...
            Entonces vas por tu bici que está apenas salpicada por unas cuántas gotitas de lluvia. La llanta trasera siempre se atora con la puerta, tus delgados brazos de nueve años la cargan, pero al cargarla, la puerta irremediablemente se azota detrás de ti. Y pisas charcos y salpicas debajo de una nube que acaso todavía contenga algunas gotas que se evaporan antes de llegar al suelo. Pálido sol, pálida luna. «¿Por qué salen los dos al mismo tiempo, por qué la luna se ve de día?» Te preguntas. Te sorprenden los colores de un arco iris que parecería brotar de la montaña limpia del humo de los coches y las fábricas. Apuntas con el dedo, pero de inmediato lo retiras porque sabes muy bien que si lo haces te saldrán granos en el dedo. Tú lo sabes, pero te gusta jugar con las fuerzas que están más allá de la comprensión de todos los seres humanos, te gusta tentar a Dios y al diablo, te gustaría saber si es verdad todo aquello que sabes, pero que nunca has visto.
            La calle es larga, máxima velocidad, ¡fum! 10, 20, 50, 100 kilómetros por hora, tu nave azul con dorado, lista para despegar, hay que ir a pelear contra el enemigo, pero antes tu fiel compañero:
—Hola, ¿está Chavi?
La rueda trasera de Chavi se atora con la puerta, «¿será que todas las ruedas del mundo se atoran con todas las puertas del mundo?» Pero la puerta de Chavi nunca se azota detrás de él. Ahora sí, ¡a darle duro al enemigo!
—A las rampas, ¿no?— Le dices a Chavi.
Pero antes, hay que pasar por energía y combustible interespacial.
—Unas papitas y polvitos picosos.— No soportas el picor en tu boca, pero hay algo irresistible que te hace seguir comiendo dulces picosos, como todos los niños.
—Y unos frutos secos.— Agrega Chavi.
—¿Frutos secos? Guácala!
—¡Cállate que tú te comes los mocos!
—¡No es cierto!
—¡Si es cierto, yo te he visto!
            La calle húmeda pero cálida, hay viento espacial pero no es frío.
—¿Viste ayer la liga de la justicia?— Cambias de tema.
—¡Sí, estuvo super way!
Padre, se dice padre.
—Se dice way.
            La calle húmeda, con algunas partes secas, vuelta a la derecha y al fondo ¡las rampas!
—¡Vieja el último!
            A toda velocidad 10, 20, 30, 50 ,100 kilómetros por hora y turbo de tu nave espacial azul con dorado.
—¡Ja, ja, ja, gané!
            Nunca nadie te he ganado en tu nave espacial, es la más rápida de toda la galaxia, incluso eres más rápido que los de quinto, aunque después te quiten lo de tu desayuno... pero no te ganan en tu nave azul con dorado. Mientras recuperas poco a poco el aliento y respiras ese delicioso olor a lluvia empiezas a percibir un olor que disfrutas aun más, un olor dulce como una sandía…
—Hola Chavi.
Escuchas detrás de ti cuando todavía estás disfrutando de tu aplastante victoria, y allí en las rampas, respiras profundo la humedad de la tierra que siempre te ha gustado. 
—Hola Yadira.
Yadira es la niña más bonita del salón. Cuando la ves, sientes algo chistoso en el estómago. Pero siempre saluda primero a Chavi.
—Ah, hola.— te dice indiferente.
            Nunca le has preguntado a Chavi, pero seguro también le gusta, a todos les gusta, pero él siempre se queda así, como mudo cuando está con ella, piensas que no sabe qué decir porque no es de tu ciudad, él viene de muy lejos, de la vieja España.
            En la clase de historia te enseñaron que los conquistadores de México habían sido los españoles, que mataron mucha gente, que impusieron su lengua, sus costumbres, su religión… Por eso es que pocos niños le hablan a Chavi, por un sentimiento extraño que tú también sentiste, pero que ahora, después de un año, sabes que Chavi no mató a nadie, ni obligó a nadie a hacer nada y que ni siquiera tiene religión que imponer… Y aunque tu papá te diga que los españoles y los gringos son los dueños de todo, tú sabes que Chavi no es dueño de nada… aún

2
Algunos días en el recreo, los niños y las niñas se organizan para jugar policías y ladrones. Claro que no todos juegan, sólo los más rápidos, los mejores. Tú siempre eres de los que juegan, eres rápido, como un guepardo.
«Dicen que es el animal más rápido sobre la tierra. Pero apuesto a que yo puedo ganarle a cualquier chita en mi super nave espacial.»
Siempre te has preguntado, qué hacen los demás niños en el recreo, los que no juegan a los policías y ladrones pero lo olvidas cuando ves a Yadira, tan bonita, con sus listones de colores en el pelo. Entonces empieza la persecución, vas corriendo tras Beti. Beti es la más rápida de todas las niñas y sólo tú puedes atraparla, siempre es un reto. Beti, también, es la única que puede atraparte.
«Pero con trampa porque yo soy más rápido que ella, nadie puede atraparme. Si Yadira me persiguiera, yo me dejaría atrapar, pero ella siempre persigue a Javi.»
Luego, cuando ya atrapaste a Beti, entonces sí, vas por ella, y cuando vas a atraparla te detienes un poco, finges ser lento y torpe y a veces hasta te caes. La tienes, la jalas de los listones del pelo, luego la dejas correr un poco, la atrapas de nuevo, es un buen juego.
 
3
Siempre te ha gustado el olor de la tierra después de la lluvia. Sabes que con la lluvia llega también la fiesta de cumpleaños de Yadira.
Este año invitó a todos los del salón a su fiesta. No sabes qué regalarle.
—… no Chavi, las niñas son muy raras.
—¡Entonces un robot!
—No, cómo crees, no le va a gustar.
—¡Y… si no lo quiere, te lo quedas!. El otro día vi una película de un tío que le regalaba unos chocolates a una tía y ella le daba un beso —Por cierto, tú no sabías que los tíos de Chavi salieran en películas.
— ¡Ostia! ¿Quieres que Yadira te de un beso? ¡Buaj!
—No, yo no... no, bueno sí, nunca has besado a nadie?
—Una vez me besó una tía en la boca, ¡buaj! fue asqueroso. «Chavi debe tener muchos tíos.» Piensas.
—¡No! Pero bien, así bien, como en las pelis.
—¡Joder! No.
—¿Cómo será? Yo quiero que mi primer beso me lo de Yadira.
—¡Ja, ja, ja!, te gusta, son novios, te gusta, son novios...
—¡Ya cállate Chavi! ¡Tú te comes los mocos!
—¡No es cierto!
—¡Sí es cierto, yo te he visto!





Y llegó el día del cumple de Yadira. Tú llegas tarde porque ya no necesitas que te lleven.
—Tampoco necesito que vayan por mí, mama, ya estoy grande, además me va a traer el papá de Chavi.
            Ya habían llegado todos. Saludas a Chavi que está junto al ponche, los nervios te impiden saludar a Yadira, aunque su hermana te haya abierto y aunque esté allí junto a la puerta con sus primos.
—Que sí, que sí, ¡joder! Primero como que no la ves y cuando sea el momento, vas, le das su regalo, un abrazo y un beso, y ya está.
—Hola.
—Hola, Yadira. Feliz cumpleaños.
—Gracias, ¡órale, me trajiste algo!
—Sí, ojalá te guste, pero además...
—¡YADIRA! —Escuchas chillar a la prima.
—Ven, vamos a jugar a la botella, tella, tella. —Dice a Chavi mientras comienzas a sentirte raro. Como el sentido avizor del hombre araña.
—¿Qué es eso?— Pregunta Chavi.
—Tú ven, mira, mi prima se sabe juegos muy divertidos, mi prima ya va en la secu. Si quieres tú también puedes venir— Alcanza a decirte.
            Y allí, todos en círculo, la botella gira, gira, gira. La botella se detiene, ¿y ahora qué?
—Yadira le tiene que dar un beso a...
           
6
Siempre te ha gustado el olor de la tierra mojada después de la lluvia, pero hoy sientes algo especial, diferente, hay un sabor que se mezcla con el olor de la frescura de la lluvia, lo sientes en la garganta, en los ojos.
—Hola, ¿una carrera?
—No Chavi, mejor no …
Esos silencios, esos largos, largos silencios y el olor a tierra mojada que se mezcla en tu garganta con un no sé qué que recordarás por el resto de tu vida.
—...a mí no me gustó.
—...pero a ella sí.
            Ese, tu más lejano recuerdo de tristeza profunda. Un recuerdo que siempre viene a ti como las olas del mar en noches de luna llena.
Otro recuerdo: nunca nadie le ganó a tu super nave espacial azul y dorado que una semana después olvidaste en los videojuegos.


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