Sebas
1
En la ciudad de México existen todo tipo de borrachos: jóvenes, viejos, altos, bajos, feos, gordos, flacos, feos, ricos, pobres, etc. De todos ellos, la inmensa mayoría son peatones o tienen coche, pero Sebas no es peatón ni tiene coche; Sebas es un borracho en bicicleta. Sebas no es tan panzón ni tan chaparro, tiene bigote ralo y pelo de aguacero[1]. A pesar de su perpetua embriaguez, siempre se ha caracterizado por su correcto conducir.
El día de hoy Sebas fue invitado al bautizo de una sobrina suya. Le habría encantado ser padrino, pero un pobre diablo como él, sin dinero ni esposa para fungir como madrina, ni siquiera fue tomado en cuenta. Siempre ha pensado que de haber tenido una oportunidad habría podido hacer cosas grandes, maravillosas, pero con estudios que no alcanzan la secundaria, no es capaz de darle rienda suelta a sus lúcidas ideas, ni a su enclaustrada creatividad.
«Así sí habría podido ser el padrino» piensas, mientras pedaleas y pedaleas por las calles de la ciudad de México a las tres de la mañana.
Con cuidado Sebas.
Entonces piensas en lo que pudiste haber hecho y no hiciste, la impotencia y el dolor crecen en ti. Te enojas, Sebas, blasfemas contra tu Dios.
Sebas, con cuidado, Sebas.
Sigues pensando que ahora tal vez tendrías esposa y, sí, por qué no: un hijo, una familia, Sebas. ¿Sabes algo? Después de todo no eres tan feo como otros borrachos. Pero por desgracia las cosas no han salido como te hicieron creer que debían ser. ¿Recuerdas que alguna vez pensaste que… ¡Cuidado Sebas!
Abres lo ojos, estás mareado, tirado en el piso, sangras un poco, la cabeza arde, pero todo bien, todo bajo control, no te preocupes…
«¿Qué pasó?» Un hijo de puta te aventó el coche, Sebas.
—¡Pinche borracho!— Gritas a todo pulmón.
¿Y tu bici?
—¡Oh, no! ya valió madres…— Y tu cabeza, la sientes tan caliente. Parece que después de todo fue más grave de lo que pensabas.
Inevitable: pierdes el conocimiento.
[1] Expresión que se usa en México para describir a una persona cuando tiene el pelo descuidado y muy liso, como cuando ha estado bajo la lluvia.
2
—Veig que ja s’ha despertat senyor. Varem estar buscant-lo, sembla que en un dels seus passejos nocturns pel bosc va pedre l’enteniment, com se sent?
— Bé…, em fa mal el cap. Es va signar el pacte?
— Si senyor, tot ha sortit de meravella. De fet volen parlar amb vosté.
— Ho sabia, segur volen que acabi amb aquesta guerra. Avui mateix aniré al gabinet.[1]
Ese mismo día cabalgaste por tu territorio, lo conocías muy bien, incluso en la ciudad, cuando te dirigías al gabinete, conocías las calles sucias y pobres. Pero había algo en las imágenes que te despertaban algún extraño sentimiento nebuloso, te ardían los ojos, y la boca te sabía a sangre, también flotaba en el cielo un color que nunca antes habías visto, en general te pensaste en un sueño. «O és que aixó és un deja vu?...» [2]
—¡Bona tarda Sebas! Vols prendre un vinet? Mira, tot ha sortit molt bé, gràcies, moltes gràcies, sense la teva participació aixó no hauria pogut realitzar-se. Realment has fet un bon treball, no hem dubtat mai de tu però tampoc pensavem que obtindries aquests resultats.
— Merci—Dices discretamente.
—Tantmateix hi ha alguna cosa que em preocupa si vols participant en aquests
negocis…Mira, els colegues i jo pensem que seria millor si estiguessis compromès, ja saps…si intentessis formar una familia, seria molt millor per a l’organització i segur que per a tu també, no conec la teva situació sentimental, però estic segur que algú com tu necessita que hi hagi una figura femenina a prop…Tot seria molt menys sospitos i a més a més… podries tenir un fill, una cría. ¿T’imagines?
—No ho se, la veritat és que mai m’ho havia plantejat…Crec que necessito pensar-ho.
—Si ho penses massa… pot ser que no puguis seguir amb nosaltres…així que pensa’t-ho bé.[3]
Te habían colocado en una situación en la que no tenías la mínima elección. Al pesarlo un poco más detenidamente tal vez no estaría tan mal, pensaste por primera vez en la posibilidad de tener una familia, era una sensación que de alguna u otra manera te reconfortaba. Así que aceptaste.
—Molt bé, Sebas, molt bona elecció. Ens hauries decebut si ens haguessis dit que no, tot s’hauria esfumat, però jo sabia que podia confiar en tu. De fet ja haviem pensat en una noia meravellosa. Ja te la presentarem més endavant, és una xicota molt molt bonica, ella és filla d’un dels principals de la zona sur…Per cert, et ve de gust un conyac? Tenim plans per a una persona tan eficient i tan ben disposada com tu.[4]
Así fue como te adentraste en los asuntos de la zona norte; te presentaron a tu futura esposa, pues todos los integrantes debían estar casados; además una gran personalidad como tú, necesitaba una hermosa y distinguida mujer. De verdad que era hermosa, y no sólo eso, a partir de ese momento te apoyaste en su gran inteligencia para ayudar en los planes de la zona. Incluso le tomaste un cariño que nunca habías sentido por alguien anteriormente. Te enamoraste de esa mujer que fue la madre de tu primera hija. Impresionante, nunca te imaginaste que el ser padre fuera tan satisfactorio, tan reconfortante. Además tus planes en tu zona eran elogiados, incluso por integrantes de otras zonas. Eras admirado y respetado.
Te sentías muy satisfecho de que las cosas estuvieran saliendo tan bien. Tu hija había cumplido ya un año, estabas deslumbrado de tanta dicha. Una hija, fruto de dos personas amorosamente unidas, sería maravilloso caminar con ella sus primeros pasos, luego enseñarla a jugar, a lanzar pelotas de béisbol, a andar en bicicleta… (extrañamente la imagen de la bicicleta te trae un sabor ácido a la boca, un sabor a sangre que no sabes interpretar) entenderías su adolescencia y caminarían juntos para hablar de las cosas que más le preocuparan, estarías allí para ella, le dedicarías tu vida entera, a reservas, claro, de tus actividades políticas.
[1]—Veo que ya ha despertado señor. Lo estuvimos buscando, parece que en uno de sus paseos nocturnos por el bosque, perdió el conocimiento, ¿cómo se siente?
—Bien…, me duele la cabeza. ¿Se firmó el pacto?
—Sí señor, todo ha salido de maravilla. De hecho quieren hablar con usted.
—Lo pensé, seguro quieren que termine con esta guerra. Hoy mismo iré al gabinete.
[2] «¿O acaso es esto un deja vu?…»
[3] —¡Buenas tardes Sebas! ¿Quieres tomar una copa? Mira todo ha salido muy bien, gracias, muchas gracias, sin tu participación esto no habría podido realizarse. De verdad que has hecho tu trabajo muy bien, nunca dudamos de ti pero tampoco pensamos que tuvieras semejantes resultados.
—Sin embargo hay algo que me preocupa un poco para que puedas seguir en estos negocios… Mira, los colegas y yo pensamos que sería mejor si estuvieras comprometido, ya sabes… si trataras de formar una familia, sería mucho mejor para la organización y seguro que para ti también, no sé tu situación sentimental, pero estoy seguro que alguien como tú necesita que haya una figura femenina cerca… Todo sería mucho menos sospechoso y además… podrías tener un hijo, una cría. ¿Te imaginas?
—No lo sé, la verdad es que es algo que nunca me he planteado… Creo que necesito pensarlo.
—Si lo piensas demasiado tal vez no podrías seguir con nosotros… así que piénsatelo bien.
[4] —Muy bien, Sebas, muy buena elección. Nos habrías decepcionado si nos hubieras dicho que no, todo se habría esfumado, pero yo sabía que podía confiar en ti. De hecho ya habíamos pensado en una chica maravillosa. Ya te la presentaremos más adelante, es una chicuela muy, muy linda, ella es hija de uno de los principales de la zona sur… Por cierto ¿qué tal te sentaría un cognac? Tenemos planes para una persona tan eficiente, tan bien dispuesta como tú.
Fue una mañana fría, se escuchó una detonación, sabías que habría cosas que podrían pasar. Un grupo de asalto entró a tu casa, la gente que estaba preparada libró una fuerte batalla, pero nada pudieron hacer, los asaltantes estaban armados hasta los dientes, no duró mucho. En realidad, hasta ese momento, nunca tuviste miedo, sabías muy bien que era peligroso mezclar política con mafias, pero las cosas eran así, tenías que entrar porque en eso consistía el juego de la pelota caliente, te lo habían dicho desde el inicio de todo, lo tenías muy presente y cuando decidiste entrar asumiste absolutamente todas las consecuencias y los peligros que pudieran ocurrir. Te capturaron, capturaron a tu esposa y a tu hija, se los llevaron a los tres. Era muy claro, de esta no había salida… Te vendaron los ojos, te dijeron que podías despedirte de tu esposa; después de las últimas palabras de amor, escuchaste un disparo, el gusto a sangre subió por tu garganta, y temiste que lo hicieran también a tu hija.
—¡A la meva filla no. A la meva filla no la toqueu cabrons![1] —Gritaste con desesperación, pero nadie te habló, te lanzaron encima de una estructura de metal oxidado y escuchaste un llanto cerca, muy cerca de ti.
Los primeros pasos se escuchaban en la silenciosa calle. Tu corazón latía fuerte, lo sentiste en la garganta. Abriste desesperadamente los ojos inundados por lágrimas y te quedaste mirando el clarear del cielo invernal.
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